RESEÑA Iris, de Dieter / Didier Comès

«El mundo mágico no es un mito, coexiste con este! Pero, excepto raras excepciones, su mágica belleza sólo se aparece a los que son dignos… ¡a los que han aprendido a ver!

Iris es un álbum europeo unitario (Iris) de 78 páginas publicado en septiembre de 1991 por la editorial Casterman. Su creador, guionista y artista es Dieter Comès, más conocido en Francia como Didier Comès.

Iris es una bella muchacha que apenas va a cumplir los dieciséis años. El rasgo que más destaca de ella son sus ojos de gato. Un día, paseando por el bosque, se encuentra con un misterioso y apuesto hombre que lleva como tocado unas cornamentas de ciervo. Este desconocido le habla de los antiguos cultos y del mundo mágico que existe sin que nadie se dé cuenta, un mundo al que ella pertenece y al que él le puede enseñar a acceder. No es un simple hombre, es un dios antiguo, aunque para algunos es algo mucho más aterrador… el demonio. Por suerte para Iris, mientras cae embelesada a los encantos de este ser, y descubre si es una entidad noble o no, tendrá un protector para velar por ella; Grisú, el gato de Iris, que más allá de las apariencias es mucho más que un simple gato.

Cabe señalar que Comès sacó la idea para esta obra del libro Lucifer and the Child de Ethel Mannin.

Con una trama directa, Iris desarrolla una historia que parte de la inocencia escondida en los relatos fantásticos, a la cruda fuerza que poseen los credos y creencias llevados a la práctica, especialmente si éstos peligran. Como si de una fábula se tratase, poco a poco los distintos elementos mágicos se revelan, para dar paso a nuevas posibilidades en la vida de Iris, pero detrás de la aparentemente inocua ilusión por lo mágico, pronto se empiezan a vislumbrar ciertos intereses perversos e intenciones férreas, donde no importará la moralidad a la hora de conseguirlas.

Así, tenemos una lucha de distintas fuerzas, representadas por diferentes personajes; el dios antiguo con la cornamenta de ciervo, reprensenta los cultos ancestrales y un fervor intimidante por conseguir restaurarlos, Grisú, el gato, es el equilibrio entre creencias, la consciencia de que todo puede convivir en armonía y la némesis del dios antiguo. Por otro lado, la madre de Iris refleja primero la cautela y más tarde el pavor, puede parecer que defiende los valores tradicionales, pero su única convicción es el bienestar de su hija, mientras que Ghislain, enamorado de Iris, sí que es fiel a esos valores tradicionales, pero de una forma tóxica y anquilosada. Y entre todo esto, Iris permanece como la niña atraída por los relatos fantásticos, una niña que es el objeto de deseo del dios antiguo y cuyo viaje será un camino que le abrirá la mente, pero que irá de la mano de una forzada pérdida de la inocencia.

Una vez más, el genial pero olvidado Dieter Comès traslada su historia al entorno rural, un contexto situado en pleno corazón de la naturaleza, donde todavía sobrevive algo de los cultos antiguos, las creencias paganas y esos poderes ancestrales ligados a la fauna y la flora. Y aunque vuelve a poner de manifiesto, como es común en su obras, el choque, o incluso la guerra que se da entre las denostadas convicciones ancestrales y la religión cristiana, ya que es ésta la que hace que los antiguos cultos desaparezcan, esta vez el acercamiento al conflicto es menos esotérico y dejando más de lado al cristianismo, fusionando las creencias paganas con la fantasía y el mundo mágico.

Este enfoque genera un halo de misticismo en torno al dios de los cuernos de ciervo, con un aura tremendamente sugestiva y cuya aparición marca el comienzo del descubrimiento de todas esas creencias ya olvidadas, como las hadas que viven en los círculos de hongos o los dioses protectores que velan en los hogares. Pero al mismo tiempo que vemos las raíces de los cultos antiguos, enterradas en la historia de la humanidad, remontándose así milenios atrás, cuando apenas se concibió la civilización, también se dejan entrever otros elementos de leyenda, ligados a la mitología celta, con mitos como el de Avalón, Viviana (La Dama del Lago) o el Rey Arturo, que guardan algún tipo de relación con Grisú.

Lo sorprendente es, que, a diferencia de lo que pasa en otras obras como La Belette, esta vez Dieter Comès no toma partido en este maremágnum de creencias, religiones y fantasía, simplemente las sitúa todas a un mismo nivel, como distintas fases de una misma Luna, y pese a que «ataque» en algunas ocasiones al cristianismo a través de ciertos personajes, siempre lo equilibra denostando a través de otros los cultos paganos, dejando así todo en el aire y permitiendo que sea el lector el que tome partido. El lector, como Iris, comenzará a descubrir esa mitología perdida, siendo éste otro de los temas recurrentes en la obra de Comès; la revelación de los cultos paganos a pesonas totalmente ajenos a ellos, pero al mismo tiempo ligados por algún nexo involuntario.

Aquí vemos también leves nexos de unión con una obra que crearía unos años después; La casa donde sueñan los árboles, al hacer ciertos guiños al Hombre Verde y todo el poder que encierra la naturaleza. A cada nueva obra que leo de Comès, detecto nuevos puntos en común con la mitología presentada en La Cosa del Pantano de Alan Moore, aunque tratadas, eso sí, de maneras radicalmente distintas.

Tenía muchas ganas de volver a leer a Dieter Comès, puesto que ofrece en sus relatos unos enfoques y una sensibilidad que muy pocos autores poseen, y la verdad es que Iris me ha gustado mucho. Es cierto que tiene ciertos fallos, principalmente a la hora de construir los diálogos, que en ocasiones resultan algo toscos, o quizá el desarrollo de la historia ofrecía posibilidades más trabajadas y no tan directas, pero todo esto forma parte del estilo de Comès, y al final, consigue cerrar la obra tras haber llevado al lector por todos los parajes que ha querido. Iris tiene la habilidad de conjugar la inocencia de la fantasía y la ilusión por lo nuevo con elementos que juzgados bajo el prisma de la sociedad actual resultan extravagantes, desagradables e intolerables.

La lectura resulta tremendamente sugerente, todo el misterio que rodea al dios de los cuernos de ciervo cautiva al lector, al igual que Grisú e Iris, y la posible maldad de este mágico ser potencia la trama y hace que acabe embelesando al lector y que evite dejar de leer. Quizá la conclusión deja mucho a la imaginación del lector, pero todo esto contribuye a ese toque de fábula que posee la obra, que conjugado con el realismo mágico que impregna sus páginas, nos regala un relato único que ningún otro autor podría crear.

En definitiva, Iris me ha parecido una obra que, pese a sus fallos, tiene mucha solidez y se mueve por derroteros poco comunes. Es una lectura bastante recomendable, especialmente para los lectores de europeo que busquen relatos sobre mitologías más desconocidas o con la poesía inherente al realismo mágico, así como una sensibilidad única que sólo Dieter Comès puede manejar. Por supuesto, esta obra es obligatoria para los amantes de Comès, ya que, entre otras cosas, aquí alcanza un nivel artístico increíble.

Apartado Gráfico

En Iris, el siempre maravilloso blanco y negro de Comès se muestra ya sublime, puesto que unifica esos dejes de su carácter, que alteran el aspecto físico de las personas con una estética más realista, creando así una versión, para mí definitiva de su estilo, con una madurez enorme y un dominio del blanco y negro ya conocido, pero diferente al del resto de autores que empleaban este recurso. Simplemente pasar las páginas de Iris ya es una experiencia deliciosa, y los amantes de los gatos tendrán una ingente cantidad de viñetas protagonizadas por Grisú que son espectaculares, aunando la personalidad del autor con una fidelidad impresionante.

Pero donde me vuelve a arrebatar el aliento es, como siempre, en el imaginario empleado, y no sólo por la belleza de Iris con esos ojos felinos perfectamente integrados, sino por ese diseño simplemente bestial del dios antiguo, que inspira una belleza y originalidad sin necesidad de asfixiar el dibujo con infinidad de elementos, manteniéndolo sencillo pero extremadamente certero.

Ediciones

Para leer Iris en castellano, sólo hay una edición posible, y por desgracia, descatalogada hace mucho tiempo. La edición en cuestión es dentro de la Colección BN de Norma Editorial, concretamente en el número 20. Un formato que a mí me gusta mucho, tamaño álbum, encuadernación rústica y una comodidad de lectura y robustez que no tienen nada que envidiar a las ediciones actuales; no hay que olvidar que este álbum es de 1992 y ya casi tiene la friolera de 30 años.

Además el volumen está muy cuidado, y aunque no trae ningún texto adicional como otros tomos de la colección, sí que incluye páginas dobles para separar los capítulos con una ampliación de viñetas, recurso que queda muy elegante y un índice al final. Una edición genial, a la que no le puedo poner ninguna pega.

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