«¡Vaya panda de jodidos idiotas!»
Los Muertos Vivientes #11: Teme a los cazadores contiene The Walking Dead #61-66.
Volumen anterior: Los Muertos Vivientes #10: En lo que nos hemos convertido
AVISO: La reseña que vas a leer a continuación no contiene ningún spoiler del volumen en cuestión, pero sí que podría contener spoilers relacionados con números anteriores.
Nuestros compañeros de sufrimiento siguen vagando por América, pero con un propósito en mente; llegar a Washington para que Eugene pueda desarrollar su prometida solución para la catástrofe que ha colapsado la civilización. Pero una vez más, la tensión crece y crece en el grupo.
Los gemelos Ben y Billy habían sido personajes de fondo en la historia, apenas habían tenido un par de bocadillos, pero ahora ellos serán la fuente de discusiones. Ya en el volumen anterior pudimos ver cómo Ben estaba desarrollando ciertos gustos preocupantes relacionados con la tortura y el asesinato, pero aquí da un salto enorme y pasa al último nivel; matar a su propio hermano.
Y otra vez, Kirkman nos golpea con un nuevo dilema moral; ¿es culpable un asesino que no es consciente del daño que hace? ¿debe morir un niño para evitar futuras muertes? La respuesta, como siempre, tiene una gran contundencia y servirá para profundizar más en uno de los personajes principales.
Pero no, ése no es el tema principal de este arco argumental. Recuerdo cuando leí el segundo volumen (Los Muertos Vivientes #2: Muchos kilómetros a las espaldas) cómo en un diálogo se mencionaba la existencia de grupos caníbales y en la propia reseña deseaba que explorasen más este tema.
¿Por qué?
Pues porque el canibalismo me aterra. Es la cosa que más miedo me da, y consecuentemente siento cierto morbo por el tema. Ayer de hecho, intenté ver la película Infierno Verde y fui incapaz de terminarla del mal cuerpo que se me puso.
Dejo ya de divagar; tras encontrarse con el padre Gabriel Stokes, Andrea empieza a sentirse vigilada y a escuchar ruidos en las proximidades. La regla principal de la serie yo creo que sería «teme a los vivos y pasa de los muertos», y vuelve a hacerse patente con la aparición de un grupo de caníbales.
¿Supervivencia, crueldad o ambas cosas? Pues es complicado de decidir, pero está claro que ni siquiera con el ejemplo del oso que se come a su cría me convencen. Lo que hacen no merece piedad de ningún tipo. Además, ¿cómo pueden sentirse seguros?¿Cómo pueden confiar los unos en los otros cuando puedes pasar de ser un amigo a ser comida?
¿Pero qué es lo que da tanto miedo del canibalismo? Parece que uno prefiere que se lo coma un animal salvaje, una fiera o un zombie a ser comido por un humano. En lo personal creo que es por el pánico que produce ese lado más salvaje y cruel de la humanidad, y, sobretodo por el sentimiento de soledad que puede producir. Cuando eres la presa de tus amigos, del vecino o de cualquiera con el que te cruces, no puedes confiar en absolutamente nadie, y estás totalmente solo.
La serie sigue a un ritmo enloquecido, no soy capaz de dejar los tomos hasta haberlos terminado. Es cierto que no llegan al increíble nivel de las tramas hasta el final de la historia del Gobernador, pero sigue siendo un cómic muy potente y espero que así se mantenga hasta el final.