RESEÑA Los Muertos Vivientes #4: Lo que más anhelas

«¡Nosotros somos los muertos vivientes!»

Los Muertos Vivientes #4: Lo que más anhelas contiene The Walking Dead #19-24.

Volumen anterior: Los Muertos Vivientes #3: Seguridad tras los barrotes

AVISO: La reseña que vas a leer a continuación no contiene ningún spoiler del volumen en cuestión, pero sí que podría contener spoilers relacionados con números anteriores.

Otra vez que Kirkman nos deja con la miel en los labios. El volumen anterior terminaba con Dexter, uno de los presos apuntando a Rick con una escopeta. Debería estar penado por ley dejar estos cliffhangers.

Pero antes de resolver la situación, (¿es que alguien pensaba que fuera a morir Rick?), el bueno de Robert nos trae un inquilino nuevo; Michonne. Y para mí, es la presentación más potente de un personaje en cualquier cómic que haya leído. Una misteriosa mujer negra, encapuchada, con dos merodeadores encadenados que le siguen a todas partes y una katana con la que no deja títere con cabeza. Brutal. Y el que más agradecido debería estar de su llegada es Otis, por supuesto. A modo de curiosidad, en el The Walking Dead #19 (primera aparición de Michonne), ésta aparecía con un piercing en la nariz, que luego no llevaría en el interior.

Volvamos al interior de la cárcel. A Dexter no le sentó nada bien que se le acusase del asesinato (y decapitación) de las dos hijas menores de Hershel (pobrecillo, ya van cuatro hijos menos, Kirkman la ha tomado con él), así que junto con su ¿novio? Andrew y el apoyo de Patricia (primero suelta a Thomas, el verdadero asesino y ahora esto) amenazan al grupo de Rick con las escopetas que han sacado de la armería de la galería A.

Menos mal que los merodeadores de la inexplorada galería A llegan para causar la confusión y obligar una tregua temporal que Rick aprovecha para quitarse de en medio a Dexter sin pestañear. No va a permitir que les arrebaten la seguridad de la cárcel. Pero claro, esto tira por el suelo la regla de «si matas, mueres» y la transforma en un «si matas, vives».

Lo más interesante de este volumen son todas las tensiones y rupturas que se dan entre los personajes, la prisión se está convirtiendo en un hervidero de problemas, y la inclusión de Michonne en el grupo no facilita las cosas. Para más inri, el número de víctimas no ha bajado y la figura de Rick comienza a verse de manera borrosa. Su sangre fría y su autoritarismo parecen dejar ver algo más allá, ¿disfruta realmente con los actos tan dramáticos y salvajes que está haciendo? ¿se está volviendo loco? Y lo más importante, ¿está en condiciones de seguir siendo el líder.

Por su parte, Charlie Adlard y Cliff Rathburn siguen a tope y cada vez más sueltos. No es el mejor arte que se haya visto, pero funciona de maravilla, el estilo es perfectamente reconocible, las expresiones son perfectas y las manchas de negro son la guinda del pastel. Da gusto tener al mismo equipo en tantos números.